Sí, el año pasado se la escribí a Santa pidiéndole un poco de luz en mi vida. Y diría que se había portado muy bien hasta que ayer, 22 de diciembre, día señalado donde los haya, en lugar de tocarme el gordo, me tocaba la flaca (las vacas flacas se entiende). Ayer, mi coche dejó de respirar.
¡Sí señores! Mientras algunos subían en limus...
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